Esta
peregrinación de cinco intensos días a Fátima ha sido un viaje lleno de grandes
recuerdos, un viaje que ha quedado grabado en nuestro corazón y en el que hemos
hecho compañía a nuestra queridísima Virgen de Fátima.
Este
encuentro con Ella nos ha originado un gran cambio espiritual, un cambio hacia
el interior de la persona y nos ha dado una gracia especial para continuar
nuestro recorrido cristiano que llevamos haciendo desde que recibimos el primer
sacramento, el Bautismo.
El
encuentro con la Virgen ha sido muy emotivo, especialmente en el Año de la Fe,
y por eso destaco sobre todo el lema de esta peregrinación: “Feliz tú que has
creído”. Ese es el sentimiento más grato y que más me reconforta.
Todos
aquellos kilómetros, pasos, canciones, testimonios y charlas han merecido la
pena solo por ver aquella mirada de esperanza.
Personalmente
mi gran día en Fátima fue cuando tuve que leer la primera lectura de la
eucaristía del domingo en honor a la Virgen. Acercarme a Ella, verla y sentir
su apoyo y su cariño fue algo inolvidable en mi vida. También sentí su
presencia durante la mañana del viacrucis, y a pesar del mal tiempo, sentimos
que nos acompañaba en el camino.
Me
asombró mucho todos aquellos jóvenes y familias que iban por mí misma razón, verla,
sentir la emoción de los tres pastorcillos y entender sus sentimientos, y por
fin originar un cambio en nuestro corazón.
Que
esta vivencia de la peregrinación sea una puerta abierta para vivir la Semana Santa y acompañar a la
Virgen en la Pasión de su Hijo.
Y,
como tantas veces hemos cantado en el camino le pido a la Virgen:”…ayúdame a
seguir tus pasos, a ser fiel al Señor y contarle a todos que encontré tu amor.”
Muchas
gracias a todos por todo lo compartido y ¡HASTA EL AÑO QUE VIENE EN FÁTIMA!
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